17 octubre 2006

ADIOS Y GRACIAS POR EL PESCADO

Un ya lejano 4 de octubre de 2004 abrí mi primer blog. De eso hace ya dos años. Durante todo ese tiempo he escrito una buena cantidad de pequeños articulillos hablando de las cosas que oía, leía o veía, como bien dice la cabecera de este mi blog.
Pues bien, dos años y unos cuantos días más tarde me decido a despedirme (de los cuatro gatos que aún me leen). Todo tiene fecha de caducidad, y mi blog no iba a ser menos, así que me despido y, como decía el título de aquella novela "adiós y gracias por el pescado". Vale, quizá decía "hasta luego y gracias por el pescado" ¿Qué más da? La respuesta siempre será 42.

27 agosto 2006

EL PLANETA DE LOS PITILLOS

Para expiar el delito cometido, saltándome a la torera (y por motivos que no vienen al caso) el visionado de “El planeta de los simios” versión Heston, aquella misma tarde el sinpar Garson me regaló la edición 35 aniversario de la película, sabiendo como sabe que soy una coleccionista de pequeñas joyas (y también algunos bodrios) del cine de ciencia ficción.
Desde luego, las comparaciones son siempre odiosas, pero entre esta versión del año 68 y la de Tim Burton, siempre me inclinaré hacia la primera, mucho más fiel a la historia original de Pierre Boulle (con sus más y sus menos), encantada, además, con el berrinche del Sr. Heston, cuando grita aquello de “¡Maniáticos! ¡Yo os maldigo!” (no sé porqué, siempre pensé que decía “¡Malditos!” pero no, son cosas que el recuerdo rememora con defectillos).
Sin duda, volver a ver esta peli, después de tantos años, fue un gratificante ejercicio y me gustó tanto como la primera vez. Teniendo un padre aficionado a cualquier cosa que contuviera el mínimo atisbo de ciencia ficción, lo normal es que, en mis juveniles años no me perdiera película alguna del género. Aunque no consiguiera nunca hacerme leer “2001: Odisea en el espacio” pero sí entretenernos, hasta la saciedad, comentando la jugada de la película que también forma parte de mi pequeña pero selecta colección.
En fin, por el título de este post os habréis dado cuenta de que no van por ahí los tiros exactamente. Pues no.
Después de tantos años, y con la intención de dedicarme a observar los detalles y las diferencias habidas con la novela, que leí recientemente, me fijé en un detalle interesante, que me hizo sonreír.
¿Cómo es posible que un astronauta, en una nave pequeña donde tres de sus cuatro tripulantes ya están en sueño suspendido, se fume un caliqueño? ¿Dónde se ha visto? Pues sí, si os fijáis en el primerísimo tramo de la película, antes de que aparezca el título de la misma, y mientras Heston se explaya en un monólogo pre-letargo, este se fuma un purillo tan pancho él. Incluso la nave va provista de cenicero aunque, finalmente, el lugar donde se guarda el purito a medias es, sencillamente, poco recomendable. ¿Lo apagó bien? Parece que sí. Sin duda, pensaba terminárselo una vez llegados a destino, como se puede comprobar más tarde. A este hombre, en mitad de un desierto, no se le ocurre otra cosa que terminarse de fumar el purito, miles de años después de haberlo comenzado.
Lo que más me choca es que, mientras Zaius se fuma un cigarro con mucho estilo y boquilla, el pobre Taylor, acosado por el “mono” de la nicotina, no se le lance al cuello para pegarle un par de caladas.
En fin, como muestra un botón (o mejor dicho, tres).

26 agosto 2006

EL DIA QUE LA HUMANIDAD SE DETUVO

Pues sí, hasta este punto me ha llevado mi afición a buscar pelis de ciencia ficción clásicas, a ver un pedazo de peli como “Ultimátum a la Tierra” cuyo título original podría traducirse como el de este post. En realidad, es parte de esa nostalgia de los ciclos de cine que veía en mis tiernos años, cuando las teles emitían en gamas de grises y los mandos a distancia brillaban por su ausencia. Muchas de esas pelis las recuerdo de forma borrosa, así que muchas veces no sé si me gustaron o no, si eran buenas o un peñazo insufrible.
Comencé por conseguir “Cuando los mundos chocan”, antecesora de olvidables películas de catástrofes a causa de meteorito que choca contra la Tierra aunque aquí, en vez de meteorito te lanzan un planeta enterito contra nuestro pobre pedrusco. La peli, según la enciclopedia de John Clute, merece tres líneas de comentario: “La tensión hasta el choque es lenta y aburrida, la nave de huida es de cartón, y el nuevo planeta es el Edén”. Y, efectivamente, esas tres líneas la definen perfectamente.
Pero yo nunca me arredro, así que seguí atacando con “Mundo futuro”, una secuela de “Almas de metal”. La primera es fácil de encontrar, la segunda vete-tú-a-saber. El caso es que te venden la moto poniéndote a Yul Brinner en portada y resulta que el pobre lo único que tiene de protagonismo en toda la cinta es un sueño onírico. Si “Almas de metal” se merece las 3 estrellitas de la Enciclopedia, “Mundo futuro” se merece dos líneas de comentario: “Los robots chirrían, la trama hierve y el final llega tarde”. Como curiosidad, apuntar que la protagonista, una periodista y presentadora de televisión, es la actriz que da vida a la esposa de Robert de Niro en “Los padres de ella” y su secuela familiar, Blythe Danner.
Aún así, yo sigo en mis trece, dispuesta a rescatar del olvido pelis de CF cuando la ocasión se presenta. Mi tercer intento es “Ultimátum a la Tierra”. En este caso, que la nave y el robot parezcan de mentirijillas, que los efectos especiales sean de chichinabo y que algunos diálogos suenen tontorrones no consiguió decepcionarme. Es una gran historia. Quizá, por aquel entonces, no disponían de los medios técnicos de hoy en día, pero es una historia bien contada aunque el paso del tiempo la haya deteriorado. Es imposible no sentir cierta inquietud al ver al alto Michael Rennie que, con sus sonrisas misteriosas y su delgadez, es mucho más inquietante que Gort, el robot con poder para arrasar el mundo. Como he leído por ahí, esa peli impactó mucho en su tiempo por la situación tensa que se vivía a nivel mundial, ya que es todo un alegato para el desarme y un ultimátum a la carrera armamentística. Pero, ojo, hay un detalle que especialmente me gustó. No nos avisa por nuestro propio bien. No. Ni hablar. El problema estriba en que un pueblo tan destructivo como el nuestro es una amenaza para la paz de otros, así que, u os portáis bien u os enviamos a la versión plateada de los vogones.
Lástima que ayer, por motivos que no vienen a cuenta, no pudiera retreparme en el sofá para ver la versión Heston de “El planeta de los simios”, pero como todo, caerá tarde o temprano.
Por cierto, la película “Ultimátum a la Tierra” está basada en un relato de Harry Bates (Farewell to the master), aunque creo que sufrió unas cuantas bastantes alteraciones.

Nota: el relato está en inglés.

23 agosto 2006

LIBROS Y LECTURAS

Una de mis aficiones, que queda bien plasmada en este blog, sin lugar a dudas, es la lectura. Cuantas de las entradas de mi blog no son comentarios sobre libros leídos… Muchos, la verdad, sino una mayoría de ellos.
Hoy he entrado, después de un mes, en mi estantería de Bookcrossing, para poner al día mi lista de libros leídos, que voy anotando con regularidad en mi agenda. Este año la “cosecha” parece algo escasa. Cada año los bookcrossers se marcan la meta de leer 50 libros. El año pasado fui capaz de rebasar esa cifra, por dos libros. En el 2004 leí bastante más, 65 libros. Pero este año voy algo justa. Estamos en agosto, llevo 24 libros leídos hasta el día de hoy, lo que viene a significar unos 3 libros por mes, y tengo que leerme 26 libros en la mitad de tiempo, es decir más de 6 libros por mes. ¿Lo conseguiré? ¿No lo conseguiré? Realmente, conseguirlo es lo de menos, por supuesto, porque más vale calidad que cantidad y tampoco esto es una carrera. Simplemente debe ser un reflejo del tiempo libre que dedico a esta afición y quizá el acierto con las lecturas escogidas. Quizá los libros elegidos en el 2004 fueron más amenos, quizás este año he tenido menos tiempo libre para leer, he viajado menos en autobús, he caminado más, he dedicado más tiempo a jugar, por ejemplo.
Algunos de estos libros los he ido comentando por aquí, otros quizá no he tenido tiempo o ganas de hacerlo. Y si queréis ver los libros que he leído este año y que leí el año pasado, podéis pasaros por
aquí.
Leer acostumbra a ser una afición gratificante, puedes viajar a través de las palabras, puedes conocer nuevas culturas, puedes aprender cosas que no sabías, puedes desconectar de la cotidianeidad, puedes incluso quedarte dormida porque la historia es soporífera… en fin, hasta puedes aburrirte. Y, por mucho que algunos se empeñen en que el e-book es el no-va-más, yo seguiré siendo una imperturbable e impenitente romántica que preferirá siempre mil veces un libro de papel, por gastadas que estén sus tapas, a un sucedáneo, por mucho software y hardware de que vaya equipado. Que luego te pilla en mitad del monte con la batería baja y ¿dónde lo recargas? Vale, que el libro se puede caer dentro del río, se lo puede comer una cabra o pueden pasarle mil cosas a cual más tremebunda. Pero la única energía que consume es renovable y ecológica ¿o no?. Pues eso.

03 agosto 2006

CON EL AGUA AL CUELLO (Y MAS ALLA)

Con los libros, como con muchas otras cosas, no siempre se acierta. Y lo malo de eso es la cara que se te queda cuando se trata de un autor más o menos recomendado del que aún no has leído nada. Fácil resulta que te desinfles ante semejante adversidad. Y eso es, a grandes rasgos, lo que me ha pasado después de leer “El mundo sumergido” de J.G. Ballard.
No sé de dónde saqué la idea –errónea- que las novelas de Ballard son básicamente acción trepidante ambientada en el futuro. Y sí, algo de acción hay pero no es la tónica. Leyendo la contraportada creí –erróneamente- que sería una novela de personajes y no es que no lo sea –exactamente- porque haberlos haylos. Pero cualquiera los entiende, a ellos y a sus neuras arqueopsíquicas que, poco o nada, quedan explicadas. Lo que si es cierto es que te queda claro que tanto calor le fríe los sesos al más pintado. Y es que, en realidad, debe de tratarse de la evolución del hombre hacia la locura por culpa del intenso calor que reina en la Tierra después de que esta se inunde y vuelva de regreso al triásico.
La novela narra la historia de varios personajes en el devastado mundo que es la Tierra después de haber quedado inundada gracias –o por culpa- de una catástrofe ecológica que ha convertido a los polos en cubitos derretidos. Las ciudades yacen bajo el agua, con los rascacielos y edificios más o menos altos (o que están situados en terreno más alto) sobresaliendo como islotes de cemento. Todo es un gran conjunto de lagunas, lagos, canales, ríos y mares donde la vegetación crece desmesurada y tropicalmente, las iguanas proliferan y los mosquitos, si te pican, te dejan un buen boquete.
La mayoría de habitantes humanos que aún aguanta tanta humedad se ha refugiado al norte del planeta, donde aún se puede soportar la temperatura. Quedan muy pocas personas por debajo del círculo ártico, casi todos ellos saqueadores y gente de mala catadura en general. Y un destacamento de soldados e investigadores que no queda demasiado claro a lo que se dedican, aparte de pasearse en helicóptero. Quizá porque lo que hacen o dejan de hacer es relativamente intrascendente en la historia que el autor pretende contarnos.
Hasta ese punto, salvo algún detallito, la historia funciona más o menos bien, y que es lo que se espera después de leer la contraportada. Pero cuando comienza el tema de los sueños y la regresión arqueopsíquica la cosa se va yendo a pique y empiezas a leerla cogida con pinzas. La llegada del estrambótico Stragman parece que va a animar el cotarro acompañado de su banda de desarrapados porteadores, pero es mera ilusión.
Los personajes secundarios están desdibujados por lo que su interacción con los protagonistas (básicamente Stragman y Kerans, los antagonistas) es más bien pobre. Beatrice, la única mujer con algo de protagonismo en la novela, es un personaje florero con apenas personalidad de la que hablar. Bodkin, un secundario sin pretensiones, y Riggs, un personaje tópico hasta la médula.
En definitiva, una lectura que defrauda por las expectativas que crea y poco refrescante para el veranito. Después de terminar el libro busqué algo de información para redondear mi opinión y la encontré. La novela es tachada de experimento fallido como mínimo.
Quizá no me equivoqué con el autor, me gustaría pensar así, sino con la obra elegida. En todo caso, está por ver y supongo que le daré otra oportunidad. Al fin y al cabo, parece ser que esta fue su primera novela y cabe la posibilidad de que, después se enmendara y escribiera algo mucho mejor.

Próximamente: "Las sirenas de Titán".

13 julio 2006

¿SUEÑAN LOS CRISTALES…?

Conocí hace muchos años al autor Theodore Sturgeon a través de una colección de relatos que cayeron en mis manos. Había una librería de camino a casa, donde tenían una selección muy amplia de libros de Ultramar. Y cada vez que entraba salía con uno debajo del brazo. El título de ese libro de relatos era “Caviar”.
Hace un año o año y medio, en una librería cercana a casa hubo liquidación de libros de la editorial Minotauro, en tapa dura y con portadilla. Títulos como “Neuromante”, “El verano del pequeño San John” o “El hombre ilustrado” cayeron en mis manos en poco tiempo. Encontrar libros de CF a buen precio, en perfecto estado y con buena pinta es para el aficionado de CF lo que para John Silver una buena botella de ron (digo yo). Entre los títulos que adquirí para mi pequeña biblioteca del género, estaba “Los cristales soñadores” de Theodore Sturgeon, al que recordaba por el libro mencionado y por la recopilación de relatos “La fuente del unicornio”. Hoy terminé de leerlo.
A bote pronto he tenido la sensación de haber leído una novela de Ray Bradbury, o quizás me recuerda a “La feria de las tinieblas” y por eso, y no por otra cosa, pienso en Bradbury una vez cierro el libro. En realidad no creo que ambas novelas se parezcan tanto, es simplemente, aunque a nadie más le ocurra, una asociación de ideas. Incluso, en un instante del inicio de la novela pensé en “Coraline” de Neil Gaiman, en esa niña que cruza una puerta y encuentra… en fin, encuentra lo que encuentra, que no lo pienso contar porque no viene a cuento.
La novela comienza como un cuento extraño, en el que un niño infeliz, Horton Bluett, come hormigas y atesora una marioneta con ojos de cristal. Tiene un padrastro monstruoso. Mucho más que cualquiera de los fenómenos que trabajan y viven en el circo del Caníbal, así llamado por lo mucho que se parece la pronunciación de su apellido, Monetre, a la palabra Maneater, pero también por su odio hacia la humanidad. Horty, escapado y herido, se encuentra con varios componentes de ese circo y se une a ellos, a la albina Bunny, al hombre serpiente Solum, al pequeño fumador Havana y a la hermosa y diminuta Zena. Pero nada parece ser lo que es, ni siquiera Horty y, poco a poco, descubriremos que no es sólo un relato de fantasía, no únicamente una novela de freaks, ni de malvados personajes que sueñan con vengarse de la humanidad. ¿Qué ocurre cuando los cristales sueñan? ¿Sueñan los cristales con hombres de carne y hueso?

12 julio 2006

LA JOVEN DE LAS ESPECIAS

Mezclar Oriente y Occidente siempre resulta atractivo. El misticismo de una parte contrasta con el pragmatismo de la otra. Precisamente en la última película de Aishwarya Rai, la actriz hindú más conocida en Occidente y poseedora del título de Miss Mundo, es lo que pretende. Y casi lo consigue. Lástima que tanto el cine de Hollywood como el de Bollywood se empeñen en edulcorar la vida, porque de otra forma hubiera sido un buen drama romántico de choque de culturas, pero la cosa se queda en drama romántico. Y punto. Es una verdadera lástima que no os pueda contar el final porque, precisamente este es el que me defraudó y no el resto de la cinta que, a pesar del ritmo lento de muchas de sus escenas, es muy entretenida y agradable. No es una gran película con mayúsculas, pero es una película amable, que se deja ver y que transmite una sensación refrescante. Quizá las “pócimas” de especias de Tilo juegan su papel inconscientemente, con el color que emanan y el poder oculto que se les adivina.
El argumento de la película parte del ya trillado “chica conoce chico”, donde la hermosa Tilo tiene que enfrentarse a las fuerzas misteriosas que la encadenan a una vida amorosa inexistente. Ella es una maestra, una servidora de las especias cuya vida está dedicada a ellas de la forma más devota. Tilo no parece tener problemas en cumplir las reglas hasta que tropieza con el chico de la peli que, por cierto, no está nada mal y lógicamente una comprende porque a Tilo se le va el santo al cielo después de conocerlo. Es que estas cosas pasan.
Tilo no puede tocar la piel de otro ser humano, no puede salir de su exótica tienda y no puede desear nada para si misma, tiene que estar despojada de deseos propios y jamás podrá utilizar los poderes de las especias en su propio beneficio. Tilo jamás toca la mano de ninguno de sus clientes, a pesar de mantener un contacto cercano y amistoso con ellos, que ya son visitantes fieles de su bazar. Tilo nunca sale de su tienda y contempla el exterior a través de la cortina de cuentas de la tienda o a través de la vida de sus clientes. Con su don con las especias, Tilo arregla las vidas de mucha gente: una receta para seducir a la chica por la que suspira un profesor de artes marciales, un trocito de canela para un chaval con problemas de adaptación… Cada persona tiene su propia especia, cada especia soluciona una necesidad y Tilo se encarga de adivinar el deseo o la necesidad y preparar lo que resulta adecuado. Pero por mucho que luche para reprimir su propia necesidad, se niega a utilizar la especia que devolverá las cosas a su sitio.
Así pues tenemos un argumento típico con todos los ingredientes salpimentados y emperejilados (especialmente “emperejilada” va Tilo, que estrena un sari para cada ocasión) y una hermosa historia de amor. Pero seguro que el final que yo le propuse a mi amiga a la salida (con la que me reí un montón diseccionando la película) hubiera sido más impactante. Y como le dije a ella, en la vida real ella hubiera regentado un “Todo a 100” y él hubiera trabajado de albañil.

05 julio 2006

COTILLEOS DEL MUNDIAL

Aunque una no es nada aficionada al fútbol y le interesan los partidos del Mundial tanto como ver Salsa Rosa, no pude evitar ser testigo del final del partido entre Italia y Alemania. Más que nada porque en casa lo estaban viendo y yo, pasaba por allí. Así que me enteré de la derrota de Alemania accidentalmente.
Para no perder mi afición a leer el periódico gratuito –cosa que hago, generalmente, los miércoles porque es el día que pillo al repartidor- hoy también ha caído en mis manos un ejemplar. Nunca miro las páginas de deportes pero hoy, pasándolas, me he fijado en una pequeña noticia (y no me preguntéis porqué):
“Klinsmann se queda sin calle en su pueblo. El letrero de la calle del seleccionador alemán, que fue inaugurada el pasado jueves en su pueblo natal, desapareció el sábado”
Como el sábado aún no habían sido derrotados por Italia, porque ocurrió ayer, el que ha quitado/robado la placa con el nombre del seleccionador o es un coleccionista osado o es un visionario con ganas de fastidiar.
Pero no termina ahí la cosa, no, porque ya puestos, terminé de leerme las noticias adosadas a esta y alguna otra también me llamó la atención:
“Tapan las caricaturas de Ronaldinho. La eliminación de Brasil ha provocado que las caricaturas, antes veneradas, de Ronaldinho, Ronaldo o Kaká en las calles del país hayan sido pintarrajeadas para olvidar el Mundial”.

Hombre, a eso se le llama tener un mal perder. Al fin y al cabo, sólo un equipo ganará el Mundial, y los otros, evidentemente, tienen que perder. Que según mi compi, que Brasil no ha jugado todo lo bien que debería debe ser cierto. Quizá se esperaba más de estos jugadores muchimillonarios y archiconocidos, pero hay que saber perder con deportividad. ¿Qué hago yo entonces si siempre pierdo al Buscaminas? ¿Pintarrajeo la pantalla de mi ordenador para olvidar que he perdido?. Tarjeta roja.
Y otro cotilleo futbolero, una noticia de finales. Parece ser que “nadie” se quiere perder el último partido del Mundial, y la flor y nata del mundo-mundial va a estar presente en el palco del Estado Olímpico de Berlín. Desde Kofi Annan o Nelson Mandela hasta Schumacher, Plácido Domingo o Robbie Williams. Estarán todos menos Nadie.
No sé que hago hablando sobre fútbol, y probablemente no se volverá a repetir. Sin duda me preocupan más los fallecidos en Valencia, o las viejecitas asesinadas en el Eixample. Pero de estas dos cosas prefiero no escribir aquí. En todo caso, pido un minutito de silencio para todos ellos. Y para todos los que también se merecen ese minuto (y son muchos) y quizá más atención. Que por culpa de una pelota no perdamos el mundo de vista.

27 junio 2006

COMO SOMOS

Leo, con cierto estupor, que este año hemos sido más cívicos que el año pasado. Sólo hemos dejado 33 toneladas de basura en la playa durante la verbena de San Juan. Bueno, quizás el año pasado se dejó más (¿40?), pero 33 toneladillas no me parece un dato como para “echar cohetes” y celebrar el civismo. Lo suyo sería que la gente no dejara toneladas de desperdicios a su paso. Es que somos peor que Atila. Por donde pasaba el rey de los Hunos no crecía la hierba, por donde pasamos nosotros ¿crece algo?…. Cuando iba con mis padres a la playa, o al campo, siempre llevábamos dos o tres bolsas de supermercado y la basura la metíamos luego en ellas. Si no había papeleras o contenedores a mano, nos llevábamos las bolsas a casa. Que ser limpios cuesta poco y hace la vida propia y ajena un poco más agradable. ¿A quién le gusta ir a la playa y encontrársela llena de colillas, latas vacías o preservativos usados? Que yo sepa, a nadie. Pues por eso mismo, como dijo Confucio: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. También lo decía Buda, no lastimes a los demás con lo que te aflige a ti mismo, o Zoroastro, no hagas a los demás lo que no es bueno para ti. Si sus frases han pasado a la historia, no pueden ir muy desencaminados ¿o sí?.
Mientras tanto, en Sitges ponen en marcha una campaña para evitar que la gente vaya sin camiseta por la calle. Si eres reincidente, te clavan 350 euros, pero la primera vez sólo es amonestación y regalo de una camiseta con el slogan “Yo llevo camiseta”. Voy a ver este fin de semana si la consigo, jejejeje. Ahora que lo pienso... ¿ir en topless también me dará derecho a la camiseta de marras?

26 junio 2006

NO SABE/NO CONTESTA

“Si usted pregunta a su vecino que vio anoche en la tele (…) jamás le confesará que vio porno o que se “regodeó” con alguna banalidad. Todos explicamos que vemos en la tele sesudos documentales. Así que no pregunte a la gente lo que hizo o lo que compró: vaya al súper y obsérvelos, anote y estudie”
“Todos decimos lo que creemos que nos hace quedar como más inteligentes, más preocupados por el medio ambiente, más progresistas…”

Estas dos perlas las he extraído de una entrevista hecha a Allen Rosenshine en la Vanguardia del lunes 26 de junio. Este publicista de 67 años, nacido en Nueva York, no tiene pelos en la lengua cuando habla de publicidad, un tema del que sabe un rato. Una de las conclusiones al leer la entrevista es que las encuestas no son válidas porque la gente miente como bellacos, normalmente para quedar bien. Da lo mismo lo que la gente te diga, luego hacen lo que quieren y generalmente lo contrario. ¡Qué cosas!
Aunque soy una fan de las estadísticas, nunca he creído en las encuestas, de las que salen tantas y tantas estadísticas. Todos mienten, todos mentimos, por regla general. Cuando la gente es entrevistada no contesta con la realidad sino con lo que considera que es más acertado o queda mejor.
Todos tratamos de ser “cool” en algún momento de nuestra vida. ¿Por qué voy a confesar que me gusta ver “Salsa rosa” o que veo la peli porno si queda mejor decir que no me pierdo ningún documental del National Geographic?. Resulta más fácil contestar a preguntas como ¿Pepsi o Coca-cola? ¿Té o café? ¿Nesquik o Cola-cao? Porque no nos ponen en entredicho, pero aún ahí, según Rosenshine, también mentimos. Según comenta en la entrevista, la “chispa de la vida” pegó un patinazo después de realizar una encuesta sobre el azúcar en su bebida. También comenta una anécdota sobre los productos biodegradables. En una encuesta realizada a amas de casa, un porcentaje alto aseguró que compraría productos biodegradables a pesar de que su precio fuera superior. Pero la realidad es que después eso no se cumplía en el día a día. Ahí no es la mentira la gran protagonista sino el bolsillo. Cada economía da para lo que da, y aunque una quiera ser progresiva y ecológica, el presupuesto manda.
Si el tema de la encuesta es comprometido, tratamos de dar la imagen mejor posible. A la mayoría no nos gusta confesar que no somos tan progresistas y liberales como corresponde.
Lo que más gracia me hace son las conclusiones en forma de porcentajes sobre sexo. A todos nos va la mar de bien y echamos siete al día. Si nos preguntan sobre prácticas socialmente mal vistas, nadie las practica, aunque en la intimidad lo hagan o lo fantaseen.
Algo de bueno debe sacarse de las encuestas si se siguen haciendo, a pesar de nuestra costumbre de mentir o de embellecer la verdad. Pero sigo pensando, igual que Rosenshine, que a la gente, para saber lo que opina, hay que observarlos en su propia salsa y sacar conclusiones al respecto. Preguntarles parece ocioso.