ADIOS Y GRACIAS POR EL PESCADO
Opiniones sobre aquello que leo, veo o escucho... y algún que otro cuento de vez en cuando
Después de tantos años, y con la intención de dedicarme a observar los detalles y las diferencias habidas con la novela, que leí recientemente, me fijé en un detalle interesante, que me hizo sonreír.
¿Dónde se ha visto? Pues sí, si os fijáis en el primerísimo tramo de la película, antes de que aparezca el título de la misma, y mientras Heston se explaya en un monólogo pre-letargo, este se fuma un purillo tan pancho él. Incluso la nave va provista de cenicero aunque, finalmente, el lugar donde se guarda el purito a medias es, sencillamente, poco recomendable. ¿Lo apagó bien? Parece que sí. Sin duda, pensaba terminárselo una vez llegados a destino, como se puede comprobar más tarde. A este hombre, en mitad de un desierto, no se le ocurre otra cosa que terminarse de fumar el purito, miles de años después de haberlo comenzado.
Aún así, yo sigo en mis trece, dispuesta a rescatar del olvido pelis de CF cuando la ocasión se presenta. Mi tercer intento es “Ultimátum a la Tierra”. En este caso, que la nave y el robot parezcan de mentirijillas, que los efectos especiales sean de chichinabo y que algunos diálogos suenen tontorrones no consiguió decepcionarme. Es una gran historia. Quizá, por aquel entonces, no disponían de los medios técnicos de hoy en día, pero es una historia bien contada aunque el paso del tiempo la haya deteriorado. Es imposible no sentir cierta inquietud al ver al alto Michael Rennie que, con sus sonrisas misteriosas y su delgadez, es mucho más inquietante que Gort, el robot con poder para arrasar el mundo. Como he leído por ahí, esa peli impactó mucho en su tiempo por la situación tensa que se vivía a nivel mundial, ya que es todo un alegato para el desarme y un ultimátum a la carrera armamentística. Pero, ojo, hay un detalle que especialmente me gustó. No nos avisa por nuestro propio bien. No. Ni hablar. El problema estriba en que un pueblo tan destructivo como el nuestro es una amenaza para la paz de otros, así que, u os portáis bien u os enviamos a la versión plateada de los vogones.
Una de mis aficiones, que queda bien plasmada en este blog, sin lugar a dudas, es la lectura. Cuantas de las entradas de mi blog no son comentarios sobre libros leídos… Muchos, la verdad, sino una mayoría de ellos.
Conocí hace muchos años al autor Theodore Sturgeon a través de una colección de relatos que cayeron en mis manos. Había una librería de camino a casa, donde tenían una selección muy amplia de libros de Ultramar. Y cada vez que entraba salía con uno debajo del brazo. El título de ese libro de relatos era “Caviar”.
Mezclar Oriente y Occidente siempre resulta atractivo. El misticismo de una parte contrasta con el pragmatismo de la otra. Precisamente en la última película de Aishwarya Rai, la actriz hindú más conocida en Occidente y poseedora del título de Miss Mundo, es lo que pretende. Y casi lo consigue. Lástima que tanto el cine de Hollywood como el de Bollywood se empeñen en edulcorar la vida, porque de otra forma hubiera sido un buen drama romántico de choque de culturas, pero la cosa se queda en drama romántico. Y punto. Es una verdadera lástima que no os pueda contar el final porque, precisamente este es el que me defraudó y no el resto de la cinta que, a pesar del ritmo lento de muchas de sus escenas, es muy entretenida y agradable. No es una gran película con mayúsculas, pero es una película amable, que se deja ver y que transmite una sensación refrescante. Quizá las “pócimas” de especias de Tilo juegan su papel inconscientemente, con el color que emanan y el poder oculto que se les adivina.
gente no dejara toneladas de desperdicios a su paso. Es que somos peor que Atila. Por donde pasaba el rey de los Hunos no crecía la hierba, por donde pasamos nosotros ¿crece algo?…. Cuando iba con mis padres a la playa, o al campo, siempre llevábamos dos o tres bolsas de supermercado y la basura la metíamos luego en ellas. Si no había papeleras o contenedores a mano, nos llevábamos las bolsas a casa. Que ser limpios cuesta poco y hace la vida propia y ajena un poco más agradable. ¿A quién le gusta ir a la playa y encontrársela llena de colillas, latas vacías o preservativos usados? Que yo sepa, a nadie. Pues por eso mismo, como dijo Confucio: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. También lo decía Buda, no lastimes a los demás con lo que te aflige a ti mismo, o Zoroastro, no hagas a los demás lo que no es bueno para ti. Si sus frases han pasado a la historia, no pueden ir muy desencaminados ¿o sí?.
“Si usted pregunta a su vecino que vio anoche en la tele (…) jamás le confesará que vio porno o que se “regodeó” con alguna banalidad. Todos explicamos que vemos en la tele sesudos documentales. Así que no pregunte a la gente lo que hizo o lo que compró: vaya al súper y obsérvelos, anote y estudie”
“Todos decimos lo que creemos que nos hace quedar como más inteligentes, más preocupados por el medio ambiente, más progresistas…”