18 mayo 2006

HIP, HIP ¿HURRA?

A mi los grandes eventos deportivos no me quitan el sueño, teóricamente. Pero, claro, hay hinchas que piensan que si ellos están contentos, lo tenemos que estar todos y así, mientras unos imponen la celebración de su alegría hasta altas horas de la noche, otros tratan de echar una cabezadita entre trompeta y trompeta, con la esperanza de dormir lo suficiente como para no quedarse después fritos encima del teclado (por poner un ejemplo). Ya es bien conocido que, en ese estado, no hay que manejar maquinaria pesada.
Debían ser las cinco de la mañana cuando volví a despertarme por enésima vez, esta vez sorprendida por el silencio que reinaba en la calle. Durante horas había tratado de dormir, despertando sobresaltada gracias a un toque de trompeta o a los gritos desaforados que lanzaban consignas para amigos y extraños. Se escuchaba ruido de cristales rotos en algún lugar cercano, tambores sonando desacompasados, un coche o una moto pasaba tocando el claxon sin parar. Y entre ruido y ruido, una intentaba descansar un poco sin conseguir más que unos minutos de sueño inquieto y sin futuro.
Muchos tendrán resaca esta mañana. Otros irán a trabajar con el sueño pintado en los ojos, portando los colores de su equipo alrededor de los hombros. Yo, que ni tengo equipo, ni tengo bufanda ni una mísera camiseta deportiva, tampoco tengo resaca pero se me caen los ojos de puro cansancio. La calle está sucia, las latas de cerveza reposan aquí y allá en el suelo, una señal de hollín marca donde alguien tuvo la –genial- idea de quemar un contenedor de basuras, las cabinas de teléfono están rodeadas de miriadas de pequeños cristalitos esparcidos en la acera que antes fueron mamparas de vidrio. Y eso que el lugar en el que vivo sólo es de paso para llegar al punto de celebración. Los gritos de los pocos que celebran la victoria a estas horas de la mañana se escuchan afónicos en la mañana gris. Tengo sueño y me tomo el segundo café. Después de la tormenta viene la calma, pero a mi ya nadie me devuelve las horas de descanso perdidas.
Me pregunto yo si, a quienes ayer celebraban su alegría con todo el ruido posible, les haría gracia que me apostara bajo la ventana de su dormitorio, a las tantas de la madrugada, e hiciera sonar mi trompeta. No se me ocurre un motivo para hacerlo (y tampoco tengo trompeta), salvo el demostrar lo desagradable que puede llegar a ser.
En fin, cada cual hace uso de sus derechos. Unos el de celebrar la victoria de su equipo y yo, como no tengo equipo ni ganas de celebrar victoria alguna, uso mi derecho a la pataleta. Que menos ¿no? Como diría Emilio: un poquito de por favor. No estaría de más, y seguro que quienes no disfrutamos de estos eventos podríamos ver con simpatía la alegría de otros sin menoscabo de nuestro bienestar. Pero si no nos dejan dormir, es difícil que podamos sentir empatía alguna. Y es que el descanso, propio y ajeno, debería ser sagrado.


En relación: El opio del pueblo

7 Comments:

At 2:54:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Efectivamente, una cosa es que gane tu equipo y otra que seas un gamberro maleducado y demás insultos aún peores que se me ocurren.

Respecto a lo del opio del pueblo... por lo menos el opio se lo pueden fumar tranquilitos en casa sin hacer ruido y sin que luego empiecen a destrozar. Fumar opio en casa no implica molestar. Quizá el opio del pueblo no es el futbol sino la creencia de que una celebración de origen deportivo te puede llevar a la libertad sin condiciones.

 
At 6:54:00 p. m., Blogger escritor1 said...

¡Venga, venga, quejica! Tanto alboroto porque cada CATORCE AÑOS se celebre una copa, jejeje. ¡Imagínate si vivieras en Madrid!
:-D

Y ahora en serio, no entiendo qué culpa tienen los contenedores para que los quemen. ¿Alguien me lo explica?

Y aclaro que yo paso de fútbol. Me da igual qué equipo gana y cuál pierde. Mientras no compitan los jugadores gratis y sólo por amor al club...

 
At 7:53:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Me temo que luchar contra los bocinazos, las trompetas, los borrachos y el vandalismo es, ahora, utópico principalmente porque es una fuerza incontrolable (140.000 personas, dicen...) que el Alcalde, timorato como pocos, ni sabe ni quiere combatir. La solución se encuentra en una mejor educación, o sea; que va para largo. ¿Es antagónica la buena educación y la afición al fútbol? Pese a lo expuesto, yo creo que no.

 
At 7:55:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

lo jodido es cuando tienes un trabajo de cara al publico y te has pasado la noche sin dormir por culpa de alguo de estos ....... y a eso del mediodia cuando estas que te caes de sueño y no puedes mas se te presnta alguno de los que estuvo de fiesta y te exige simpatia buenos modos y que le trates como a una perosona y tu lo unico que tienes ganas es de matarlo, a mi esto antes me pasaba conducia un bus y debajo de mi piso habia un piso de estudiantes que se pasaban toda la noche de farra dia si otro tambien y al dia siguiente esos mismos que no me habian dejado dormir se subian a mi bus y me exigian todos sus derechos y me recordaban todas mis responsabilidades

 
At 10:00:00 a. m., Blogger Suskiin said...

Intratable, te doy la razón, por lo menos el opio se lo fuman en silencio, aunque hay muchos tipos de opio...

Señor mío, no soy una quejica. Le invito a pasar una noche en mi casa después de que gane el Barça... y no fue una sola noche, que conste en acta.

Garson, tienes toda la razón, la educación y el fútbol no deberían estar reñidos, y me consta que hay gente aficionada muy educada y estupenda. Yo, de lo que me quejo, es de esa hornada de forofos que creen que que gane su equipo es ya una razón para tocar las gónadas. Ayer, mi regreso del trabajo fue casi una odisea. Y por las muestras de mala educación que vi mientras trata de llegar a casa me consta que no se trata de cuatro encapuchaos que arman follón. ¡Qué biba el livertinage!

Astone, te entiendo perfectamente y esta queja mía se podría extender al señor que le da por tocar el saxo a las 3 de la mañana, a los que salen de marcha los viernes y sábados y te dejan una pota de regalo en la puerta (vi una, en una tiendecita al lado de mi casa, justo encima del candado de abrir la persiana... eso es mala leche). Y en cuanto al autobús... ayer el pobre conductor, incapaz de poder llevarnos a ningún sitio por el colapso que había tuvo que dejarnos en una esquina... a cuatro paradas de mi casa (pero había gente que seguro que tenía más).
En fin, esta noche he disfrutado mucho del silencio relativo que había en la calle. ¡Aleluya!

 
At 7:37:00 p. m., Blogger Poldark said...

Me aburre mucho el futbol pero me divierte muchísimo ver a gente graciosísima con gorros imposibles y banderitas disfrutando por las calles.

Eso si, si alguien me pregunta, estoy en contra de que la gente no se movilize por las cosas importantes....y bla bla bla....

pd. es muy divertido ver a gente feliciana aunque sea sólo una vez cada 15 años :)

Muxux

 
At 10:51:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

No lo he sufrido, afortunadamente, pero es un putadón, con perdón.

Y enhorabuena por el post. A pesar de lo patético de lo que cuenta, ha sido un placer leerlo.

 

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