16 mayo 2006

NEW YORK, NEW YORK

A veces ocurre que leemos un libro por pura casualidad. Para elegirlo no hemos estado revisando nuestras estanterías en busca de una lectura que nos apetezca en ese momento, ni hemos ido a comprarlo especialmente a la librería. Ni siquiera lo hemos cogido prestado de casa de un amigo.
En mi caso, el último libro que leí cayó en mis manos de forma fortuita y no estaba destinado a que yo lo leyera (o sí lo estaba, pero yo aún no lo sabía). El pasado día de Sant Jordi algunos bookcrossers de Barcelona organizaron una liberación masiva de libros. Me llevé una bolsa llena, además de los que escogí para llevarme a casa, con el propósito de liberar los libros que contenía por el camino. Todos fueron quedando aquí y allá menos uno que, por esas cosas que no tienen lógica, se refugió en mi bolso. No porque yo lo quisiera leer, ni porque lo reservara para alguien. Se quedó sin más.
Algunos días más tarde, me lo volví a llevar para liberarlo pero, durante el trayecto en metro, me dio por hojearlo, ya que me había dejado mi libro habitual en casa. Y resultó que lo que contaban aquellas páginas me gustó más de lo que yo había imaginado.
Nunca he estado en Nueva York y hay pocas posibilidades de que viaje allí en un futuro cercano. No es una ciudad que me apasione especialmente y tampoco me muero de ganas por ir. Supongo que cuando no has viajado mucho, y dependiendo de los gustos de cada cual, hay muchos destinos que quizás están en tu lista de preferentes antes que otros. A pesar de mi desinterés, terminé disfrutando de la lectura de un libro que habla precisamente de la ciudad de Nueva York. Claro que, de boca de Eduardo Mendoza, lo que podría ser una mera guía para turistas y curiosos, se convierte en paseo excepcional de la mano de quien estuvo viviendo allí durante nueve años y tiene una aguda percepción -creo- para la observación. Mendoza no se limita a hablarnos de los sitios, sino que intenta mostrarnos cómo lo ve él, salpicando la novela de anécdotas curiosas, simpáticas, tristes o intranscentes, y de detalles históricos que le dan a la narración otra dimensión. Desde los indios algonquinos que surcaban el Hudson con sus canoas, pasando por Hudson que dio nombre al río, y deteniéndonos un momento en el fenómeno de la inmigración, Mendoza va tejiendo una narración que viaja del pasado al presente sin que estos saltos en el tiempo mermen el interés que la historia tiene para el lector.
Hace muchos años que Mendoza escribió este libro, en 1986, y muchas cosas habrán cambiado en la ciudad desde que él hizo las maletas. Me da lo mismo. Si algún día viajo a Nueva York, trataré de verla con mis ojos y descubrir lo que esta me quiera mostrar. Pero es muy posible que, de vez en cuando, me venga a la memoria alguna imagen del libro, aunque sólo sirva para ver qué fue y que es en la actualidad aquello que veo.
Con este libro me he vuelto a reencontrar con el autor, al que después de “La aventura del tocador de señoras” no me había apetecido volver a leer.

"Nueva York" Eduardo Mendoza (1986) Editorial Destino

Un fragmento del libro para leer on line
El libro en mi estantería de bookcrossing

5 Comments:

At 5:45:00 p. m., Blogger escritor1 said...

"A veces ocurre que leemos un libro por pura casualidad".. Mmmm...
¿No será más bien esto otro?:
"Normalmente ocurre que, si se lee un libro, sea por casualidad".
Y Mendoza tiene sus cosas, pero siempre es estimulante de leer. Ahora tendrás que explicarnos qué no te gustó de "La aventura del tocador se señoras, jejeje. Y confieso que a mí tampoco me hizo el peso.

 
At 12:04:00 a. m., Blogger Suskiin said...

Bueno, creo que normalmente no se lee un libro por casualidad... eso les pasa a los demás, porque yo antes de ponerme a leer mira que me pienso cual cojo. Por eso la frase es "a veces leemos un libro por pura casualidad". No un libro en plan numeral, sino en plan concreto, uno, un libro concreto.
Si es que lo tengo que explicar todo, ni que tuviera piedras en los dedos :-D
Pues no, no me hizo el peso el tocador de Mendoza, se me pasaron las ganas de leer los que sacó a continuación. El hombre escribe muy bien pero a veces se le va la pinza y tanta astracanada cansa. Y eso que yo soy una fan de Pedro Muñoz Seca y su Don Mendo.

 
At 7:13:00 p. m., Blogger escritor1 said...

¡Ay, yo sí que tengo que explicarlo todo! Me refiero a que hoy por hoy, si alguien que no sea una Maravilla de las Maravillas como eres tú se pone a leer un libro (cualquier libro) sin duda será por pura casualidad.¡Que ya no lee ni Dios!
¿Aclarado, fan de Muñoz Seca? ¡Ya te vale! ;-D

 
At 9:42:00 p. m., Blogger Suskiin said...

Es que la frase que me pusiste parecía talmente de Góngora (y yo sé que tienes contactos, jejeje). Si me hubieras puesto "Lo normal es que, si leo un libro, es por casualidad" seguro que lo pillo, jejeje!!!!!
Afortunadamente hay aún gente que usa esas cosas que tienen letras (y no me refiero a leer el Que).

 
At 6:44:00 p. m., Blogger escritor1 said...

Esas cosas que tienen letras... son las viviendas. Un montón, desde luego, y no te dejes ninguna sin pagar. ;-D
Saludos de mis contactos con Góngora, jejeje.

 

Publicar un comentario

<< Home